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El votante inteligente


Durante toda mi vida, desde que tengo uso de razón, he tenido la necesidad de observar el comportamiento de los que me rodean. Los he observado y mucho, y lo he hecho con los ojos cerrados y la mente bien abierta, de esa sola manera de observar que tenemos los curiosos que no logramos entender muy bien de qué va esto a lo que llaman humanidad. He observado uno por uno a todos los individuos que han tenido la suerte (mala o buena) de topar conmigo, y tras años de observación mi inesperado aprendizaje ha sido uno sólo: Que jamás nos pondremos de acuerdo.

Jamás coincidiremos, es un hecho. La igualdad en los individuos no existe; no existen dos seres idénticos, así como no hay en la tierra dos cerebros que funcionen igual, o dos entes con los mismos pensamientos o ideas, ni con las mismas experiencias, ni mucho menos con la misma manera de aprender de ellas.

Pero existen los colectivos, que a grandes rasgos son conjuntos de personas con un puñado de ideas, características y valores parecidos. Y de ahí nacen las culturas, las ciudades, las tribus urbanas, las familias…

Conceptos plurales que pasan a formar parte de nosotros mismos.

Y así uno no es uno, evidentemente.

Uno es Pepito Pérez, madrileño y aficionado del Atleti, y en cierto modo si nos cambian algo de eso sentimos estar perdiendo un pedazo de identidad.

Pasa lo mismo con la política; la gente se aferra a partidos como si fueran equipos de futbol, como si cambiar de opción supusiera fallarse a si mismos. Como si las faltas graves y las derrotas no fueran más que temporadas flojas que se podrán remontar en cualquier momento.

Y qué equivocados estamos. De lo poco que sé de política, diré que si algo tengo claro es que no hay votante más inteligente que el que sabe cambiar de opinión. Que no hay voto más valioso que aquel que ha sido procesado por la lucidez del que no entiende de derechas o de izquierdas, ni de fachas, ni de rojos, del que deja atrás la pluralidad del individuo, que va de la mano con los prejuicios, y usa el sentido común. Hablemos de eso, del sentido común, de escucharse a uno mismo, perdamos el miedo a cambiar.

Solo así conseguiremos reformar la política de este país.


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